Sospecha de demencia
La evaluación clínica es el primer paso que hace el médico para delimitar las quejas del paciente y establecer la causa de la demencia.
Los pasos que generalmente se siguen en la valoración de una persona con sospecha de padecer demencia son:
– Enfermedad actual: Permite obtener información sobre cambios en las capacidades cognitivas: memoria, atención, concentración, orientación, lenguaje, cálculo, resolución de problemas, capacidad de planificar y organizar, reconocer a personas, o tomar decisiones entre otras. También es necesario valorar la presencia de síntomas depresivos, cambios de personalidad, agresividad, alucinaciones o ideas de persecución o robo. Además, hay que determinar si todo lo anterior hace que la persona no sea capaz de realizar determinadas actividades como lo hacía antes.
– Antecedentes personales: Enfermedades de base que puedan afectar a las capacidades intelectuales (hipertensión, diabetes…). Otras enfermedades neurológicas: vasculares, traumatismos craneales e infecciones del sistema nervioso. Los antecedentes psiquiátricos también son importantes así como el consumo de tóxicos o fármacos.
– Antecedentes familiares: La existencia de una historia familiar de demencia puede tener importancia en la evaluación global del caso.
– Evaluación: Se realiza una exploración física general, neurológica, neuropsicológica, conductual y funcional.
• Evaluación neurológica primaria: la valoración neurológica en consulta suele ser normal en la enfermedad de Alzheimer. Si el médico encontrase alteraciones como pérdida de fuerza, sensibilidad… Probablemente se trataría de un diagnóstico alternativo a la enfermedad.
• Evaluación física: el médico busca signos de enfermedad general, que se puedan relacionar con la demencia u otros tipos de afectaciones motoras, como la coordinación motora.
• Evaluación neuropsicológica: Consiste en evaluar la capacidad intelectual, para conocer cuál es el rendimiento cognitivo en las funciones de memoria, atención, concentración, orientación, lenguaje, cálculo, resolución de problemas, capacidad de planificar y organizar, reconocer a personas, o tomar decisiones entre otras. Pueden utilizarse test breves o de screening durante la entrevista clínica inicial por parte del médico u otro profesional sanitario, aunque siempre es recomendable una valoración neuropsicológica más amplia para conocer el perfil cognitivo de la persona y el grado de sus dificultades.
• Evaluación conductual y emocional: se utilizan escalas específicas para valorar la presencia e intensidad de cambios conductuales y emocionales, como la presencia de síntomas de depresión, ansiedad, alucinaciones, delirios…
• Evaluación funcional: establece lo que el paciente es capaz de hacer actualmente y lo que era capaz de hacer antes. Es necesario valorar las actividades de la vida diaria necesarias para el autocuidado y actividades que permiten mantener la independencia y las relaciones sociales.
• Evaluación social: es recomendable realizar una valoración psicosocial para establecer las características del paciente y de su familia al objeto de determinar la necesidad de cuidados físicos y económicos actuales y futuros.
Fuente: Entornos amigables y solidarios con las demencias. En el Centro de Salud. Cómo actuar con una persona con demencia. CEAFA.