Persona Mayor: Inmovilidad
¿En qué consiste la inmovilidad?
Podemos definir inmovilidad como la disminución de la capacidad en la persona para para caminar y trasladarse. Es el caso de una persona que permanece sentada o acostada la mayor parte del día, porque no se quiere mover o porque no puede hacerlo. Puede estar condicionado por situaciones de la vivienda o entorno que le limitan. Igualmente, por situaciones de soledad o aislamiento, que influyen negativamente creando un hábito progresivo de inactividad. Aun así, es una situación que se puede prevenir y, llegado el caso, revertir.
Esta disminución en la capacidad se puede dar de dos formas:
• En casos agudos de pérdida rápida de la independencia de la movilidad durante un mínimo de tres días (inmovilidad aguda), como en casos de hospitalización, fracturas…
• Ante periodos prolongados de inactividad o por enfermedades crónicas.
¿Cómo mantener una buena salud y evitar su aparición?
Una persona con inmovilidad requiere de la valoración de un profesional sanitario. Para prevenir su aparición, recomendamos los siguientes aspectos:
– Estimulación de la actividad física a través de talleres y actividades de gimnasia, grupos de marcha, salidas a visitas, paseos… Todo ello adaptado a la situación de la persona.
– Promover que la persona se mueva dentro de su entorno de forma autónoma, evitando la sobreprotección. Es fundamental animar a la persona a levantarse, salir de la habitación…
– La inmovilidad mejora con el tratamiento de las enfermedades que la han originado, con rehabilitación física, mayor actividad, ejercicio físico y potenciando el movimiento y las posturas correctas de la persona, para mejorar su salud y autonomía.
– Es necesario que el personal de atención directa utilice una metodología participativa y activa con la persona mayor, implicándose directamente para promover su movilidad.
Ante sospecha o aparición ¿Qué se debe hacer y en qué momento?
– En caso de inmovilismo agudo, solicitar valoración médica urgente para tratar la causa de origen y seguir las pautas.
– Se informará al profesional responsable o de coordinación del servicio, para valorar su posible derivación a rehabilitación.
– Potenciación de la deambulación supervisada y/o acompañada, en sus desplazamientos habituales regulando tiempos, trayectos realizados, etc.
– Según la valoración individual realizada por el profesional sanitario, se utilizarán las ayudas técnicas que faciliten la movilidad (bastones, andadores…).
– Buen aporte hídrico y nutricional.
Fuente: Protocolos para el cuidado básico de personas mayores sistema de acreditación de servicios sociales. Grupo de Trabajo “Criterios de calidad asistencial en servicios para personas mayores”. Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.