Barreras y factores de riesgo
1. Barreras para la Detección del Maltrato
Uno de los aspectos más complejos a la hora de prevenir la detección del maltrato en personas mayores y mejorar la protección de las víctimas es el silencio y la invisibilidad que rodea a este problema. El silencio, tanto de las propias víctimas como de los profesionales y de la sociedad en general, es cómplice de los malos tratos. Pero, ¿a qué se debe?
• Ciertas personas mayores pueden no ser conscientes de la situación de maltrato que están viviendo.
• En los casos en los que sí son conscientes, pueden estar interviniendo otros factores como los sentimientos de vergüenza, tristeza e impotencia, que les llevan a ocultar la realidad de su maltrato. Además, estas personas mayores (sobre todo en el caso de las mujeres) consideran que hablando del maltrato sufrido pueden contribuir a dañar la convivencia familiar.
• Este “silencio” más el “afecto familiar” y el “estigma social” que supone reconocer malos tratos en la propia familia son hechos clave para explicar la disparidad entre los estudios objetivos realizados en los propios colectivos de personas mayores españolas que apuntan a tasas bajas de violencia.
Ante esta situación, es evidente que una mejora de la sensibilización de la sociedad, de las personas profesionales y de las propias personas mayores respecto a las características, los riesgos y las consecuencias de los malos tratos es una de las medidas más eficientes de prevención y erradicación. No se puede tratar aquello que se desconoce.
2. Factores de Riesgo.
Entre los elementos que caracterizan a las personas mayores víctimas del maltrato destacan el ser mujer, la edad avanzada, un mayor grado de dependencia y deterioro, el aislamiento social y la falta de apoyo.
• Situación de dependencia: entre las variables que incrementan de manera sustancial la posibilidad de ser víctima de malos tratos se encuentra el hecho de hallarse en una situación de dependencia que lleva asociada, en muchos casos, una capacidad limitada de comunicación.
• Periodos de cuidados prolongados: el incremento de la esperanza de vida hace que cada vez sean más los años en que las personas mayores se encuentren en situación de dependencia, con tiempos de cuidados muy dilatados que ocasionan sobrecarga familiar continua, estrés, trastornos psicológicos, adicciones y otras situaciones que pueden aumentar el riesgo de sufrir malos tratos y violencia.
• Situación económica: la falta de recursos económicos y los escasos ingresos impiden el acceso de las personas mayores a servicios de calidad de cuidados residenciales o en el propio domicilio. También se genera la dependencia económica de la familia. Esta falta de autonomía económica favorece la relación de “sumisión” a la familia cuidadora y el silencio de las personas mayores maltratadas que tienen que aguantarse ante la situación.
Fuente: Guía para profesionales. Trabajo en Grupo para la Promoción del Buen Trato a Mujeres Mayores. Unión de asociaciones familiares.