No es fácil para ninguna persona enfrentarse al hecho de que alguien cercano dependa de ella para las actividades básicas de su vida cotidiana. Este proceso de ‘ajuste’ suele desarrollarse a través de diferentes etapas.
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El hecho de cuidar a una persona en situación de dependencia supone una serie de implicaciones y cambios en la esfera personal, familiar, laboral y social de la persona que cuida.
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Dormir es importante para todo el mundo, pero especialmente para los cuidadores. Una noche de sueño reparador nos preparará para el día siguiente, y nos ayudará a hacer frente a los desafíos a los que nos enfrentamos.
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Cuidar de sí mismos implica saber poner límites al cuidado. En ocasiones, las personas cuidadoras empiezan a poner límites cuando se dan cuenta de que estaban asumiendo una carga que es posible compartir con otros. Otras veces, comienzan a poner límites cuando la persona que está siendo cuidada demanda más cuidados y atención de los necesarios.
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De forma repentina o gradual, las personas cuidadoras se han visto obligados a reorganizar su vida incluyendo el cuidado del familiar mayor dependiente dentro de las actividades de su día a día. Esto implica en la mayoría de los casos disponen de menor tiempo para otras actividades placenteras.
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Cuidar puede plantear enormes exigencias sobre el tiempo y la energía, por lo que probablemente habrá múltiples momentos durante la semana en los que se nota que el nivel de estrés aumenta. Aunque a veces es inevitable experimentar estrés, lo último que se quiere es que afecte a la salud y a la energía para cuidar.
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